Granada

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Aunque parezca mentira, ya hay referencias de la existencia de este fruto desde hace al menos 5000 años. Incluso se dice que algunos ejemplares formaban parte de los míticos jardines de Babilonia, pero lo cierto es que hasta en la Biblia se los menciona.

       Este fruto nace del árbol que conocemos como “granado” que es originario de la zona “irano-turania”, entre la actual Irán y Rusia, aunque se extiende rápidamente por tordo el Mediterráneo. En nuestro país parece ser que lo introducen los bereberes y se cultiva prácticamente en toda la franja mediterránea, aunque el 75% de la producción total de la Península tiene su origen en Elche (Alicante) donde está la “mollar”, la variedad más dulce. Incluso cuenta la leyenda que la ciudad de “Granada” debe su nombre a esta fruta.

Actualmente se cultiva en muchos países, incluidos China y Japón donde se utilizan mucho para sus famosos bonsáis. 

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          Pero en fin, vamos a lo que importa. Se consume fresco y crudo por su sabor dulce y su textura crujiente, habitual en ensaladas y algunos platos cocinados para provocar sensaciones por combinar texturas con lo cocinado. Se utiliza también para hacer el famoso jarabe de granadina o para ricos sorbetes.

        Rica en antioxidantes, potasio, calcio y otros minerales, se recomienda su consumo en crudo. En Alicante, la ciudad donde vivo, hay costumbre de tomarla macerada con azúcar y “mistela”, un licor dulce de uva de esta variedad con la que combina de una manera increíble.

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